sábado, 16 de julio de 2016

CAPÍTULO 9






Cierro la puerta de mi habitación. Me duele la cabeza. Dejo la cartera a un lado en el suelo y me tumbo boca abajo en la cama con las manos por debajo de la almohada.
Tan solo tardo unos minutos en quedarme dormida.


-Maria ¿puedes venir un momento detrás de aquel árbol?-Me pregunta el chico moreno que va conmigo a clase.
-¿Para qué?- Pregunto intrigada.
-Sólo quiero enseñarte un insecto que hay en el tronco del árbol. Es realmente bonito, seguro que te gustará.
-Está bien, vamos.
Nos dirigimos al árbol que me había indicado antes el chico. Una vez llegamos miro alrededor. Es la hora del recreo y todo el mundo está a su bola. Los chicos más populares están jugando al fútbol mientras que las chicas hacen de animadoras. Al fondo, un grupo de chicos y chicas conversan animadamente. Las canchas de baloncesto también están ocupadas por chicos, mientras que las de voleibol lo están por las chicas. Nadie nos observa.
-Y bien, ¿dónde está el insecto tan bonito que dices?-Pregunto mientras observo el tronco del árbol.
Realmente me encantan los bichejos. Cuando era pequeña mi padre me regaló una colección de ellos y todos los fines de semana nos íbamos al campo en busca de otros nuevos.
-Sí, verás… No hay ningún insecto. Te había dicho que vinieras para que… Bueno quería decirte que…
-¿Qué quieres decirme Rodrigo? – Si no me ha traído para enseñarme ningún insecto, ¿qué quiere decirme detrás de un árbol?
-Bueno, cómo decirlo… Me gustas mucho María.
-¿Qué? –No me lo puedo creer. ¿Lo está diciendo en serio? Nunca nadie me había dicho que le gustara.
-Lo que oyes…
-Vaya, nunca había gustado a nadie. –No sé muy bien que decir. Esta situación es nueva para mí.
-Entonces, ¿soy el primero?
-Pues, la verdad es que sí.
-Cuanto me alegro de oír eso.
Me sonrojo.
-¿Y que deberíam…?
No me da tiempo a terminar la frase cuando noto sus labios en los míos. Y de repente, desaparecen.
-¿Qué haces boqueando como un pececillo?- Se oyen burlas y risas alrededor nuestra.
Cuando abro los ojos observo que todos los chicos que parecían estar a su bola ahora están alrededor nuestra y con móviles apuntando en nuestra dirección.
-¿Qué es todo esto Rodrigo? –Pregunto muy nerviosa al ver que todo el mundo se está riendo de mí.
Mientras termino de pronunciar la frase me doy cuenta de que un amigo de Rodrigo estaba en lo alto del árbol grabándolo todo.
No sé qué hacer, no sé qué decir… Tengo muchas ganas de llorar y apenas puedo pronunciar una palabra. El grupo de chicos y chicas que nos rodea empieza a corear al unísono: María es un bicho raro, nunca había besado.
-¡No! ¡Parar! –La cabeza me da vueltas y todo gira en torno a mí.
María es un bicho raro, nunca había besado. María es un bicho raro, nunca había besado.


No. Parar. Empiezo a sudar en la cama y unos golpes en la puerta de mi habitación me despiertan. Otra vez está estúpida pesadilla.
Abro los ojos y miro a mi alrededor. Estoy en la habitación de la residencia y son las seis de la tarde.
Vaya, he estado durmiendo un buen tiempo.
Los golpes en la puerta suenan de nuevo. Me levanto de la cama y me dirijo a ver de quién se trata.  
Abro la puerta y lo primero que veo es una melena rubia. Es Claudia.
-María, chiquilla ¿estás bien? Estas dando unas voces que se oyen desde mi habitación.
Vaya, me ha oído.
-Te he dicho millones de veces que no me llames así, que me llames  Mery. –La digo en tono enfadado para que se dé cuenta de una vez por todas que no me gusta que me llamen María.
-Lo siento Mery, se me había olvidado. ¿Estás bien pequeña?-Me pregunta mientras la invito a entrar en mi habitación.
-Sí, sólo era una pesadilla.
-¿Otra vez? Tienes muchas pesadillas.
-Sí, bueno, me cuesta adaptarme a los nuevos lugares.-Miento.
-Bueno, si lo pasas mal siempre puedes venir a mi habitación.
-Gracias Clau.-La agradezco con una sonrisa.
-¿Te apetece que salgamos a dar una vuelta?
Miro el reloj, aún es pronto y no me apetece tirarme toda la tarde encerrada en mi habitación. Lo único que necesito ahora es salir y distraerme.
-Está bien. Espera que me cambio.
-Vale, mientras llamo a Alicia por si quiere venirse.
-Alicia ha salido con un compañero de clase a comprar un GPS. Más tarde nos llamará para contarnos.
-Oh vaya que pena. Bueno pues salimos nosotras, venga date prisa.
Me dirijo al armario y abro los cajones. Estoy sudando, esa maldita pesadilla me amarga la existencia. Desde hace seis años se repite constantemente en mis sueños. Fue el peor día de mi vida, lo pasé fatal.
A partir de ese día mis padres me empezaron a notar triste y no paraban de preguntarme, hasta que finalmente tuve que contárselo. Me llevaron a un psicólogo, dejé de ir a clase y tuve que cambiar de instituto. Fue ahí donde conocí a Claudia. También era una chica que no pasaba los recreos con gente.
Me acuerdo perfectamente del día que nos conocimos.
Sonó el timbre que anunciaba el recreo. Ella estaba sentada en un lado del patio y yo pasé por delante de ella y la sonreí con amabilidad. Ella me devolvió la sonrisa. Seguí mi camino y me senté un poco más adelante. Saqué mi libro favorito y me puse a leer. Al cabo de unos minutos alguien me hizo sombra. Era ella. Empezamos a hablar y nos veíamos todos los recreos.

Miro hacía donde está sentada. Con esa chica he pasado los mejores momentos de mi vida, gracias a ella empecé a sonreír. Me pilla mirándola embobada.
-Se trata de salir a dar una vuelta, no de ir a una fiesta. ¿Quieres darte prisa?
-Ya estoy, ya estoy.-Digo riéndome.
Al final no le he prestado nada de atención a la ropa que iba a ponerme. Unos pantalones vaqueros, una camisa negra y lista.
-Venga vámonos.-Digo mientras me dirijo a la puerta.
Salimos de mi habitación y vamos a salir por la puerta del edificio cuando Claudia me coge del brazo.
-Espera, ¿podemos pasar antes a la cafetería a por un café?-Me pide enseñando los dientes y guiñando un ojo a modo de súplica.
-Venga pesa, vamos a por tu café.
-Bieeeen- Se pone a celebrar como un niño pequeño.
Entramos en la cafetería y pedimos el café de Claudia. Yo no quiero nada.
Estoy totalmente metida en mis pensamientos cuando…
-Chss, Mery –Oigo que me dice Claudia susurrando.
-¿Qué?-La imito.
-Mira ese chico, el que está sacando una Coca-Cola de la máquina.
Miro hacia donde me ha indicado.
-Vale, ¿qué le pasa? –Sigo susurrando.
-Está cañón
-Si tú lo dices…
A ver, el chico no está del todo mal, de hecho está bastante bien. Es guapo y tiene un cuerpo de escándalo. Viste todo de negro y tiene el pelo moreno y rizado. Consigo apreciar que le asoman numerosos tatuajes de debajo de sus mangas.
-Ojalá vaya con nosotras a alguna clase. Podría acercarme a él y quién sabe.
-Vale, venga vámonos.
Acabo la conversación y ahora si conseguimos salir fuera del edificio.
Empezamos a caminar por el sendero de piedras cuando alguien nos llama por detrás.
-¡Mery, Claudia!
Nos damos la vuelta y vemos a Alicia con un chico. Debe de ser Manu, el chico del que me habló antes.
-Hola Alicia-Decimos las dos al unísono
-Este es Manu, un compañero de clase y el que ha conseguido que me compré un GPS a mitad de precio. Le debo la vida. Ellas son Claudia y Mery -Nos dice Alicia presentándonos al joven de pelo castaño.
-Hola, encantado –Nos sonríe- Tampoco es para tanto, solo son contactos.
Intercambiamos unas cuantas palabras más cuando el chico se despide.
-Bueno chicas, ha sido un placer conoceros pero me tengo que ir. Nos vemos mañana en clase Alicia. –Le dice a nuestra amiga con una cara de vergüenza.
-Está bien Manu, mañana nos vemos –Ambos se sonríen y el chico empieza a caminar mientras se despide de nosotras con la mano.
-¿Es tu novio? –Pregunta Claudia sin más rodeos.
-No –empieza a reírse Alicia – Es un compañero de clase, nada más.
-Alicia, se me había olvidado.
El chico se vuelve a reunir con nosotras.
-Sí, dime ¿qué pasa?
-Nada, solo me preguntaba si… Bueno mañana por la noche se celebra una fiesta para dar comiendo al nuevo curso académico. Es en una discoteca del centro y me preguntaba si querías venir conmigo. Bueno, vosotras también podéis venir –nos indica a Clau y a mi.
-Bueno, no sé. No he venido a la universidad para ir de fiesta.
-Venga, sólo será una y es la de bienvenida. Además vas conmigo, no te pasará nada.
-Bueno no sé, déjame que me lo piense y mañana en clase te digo lo que sea.
-Está bien. Espero que vosotras no seáis tan sosas y os animéis, no como ella. –Nos dice mientras se aleja sonriendo y guiñándole un ojo a Alicia.
Llevamos dos días aquí y ya estamos invitadas a una fiesta. A Alicia no parece que la haga mucha ilusión ir. La que tiene muy claro que no va a asistir a esa fiesta, soy yo. Tendré que buscar una buena excusa para que las chicas no terminen sabiendo por qué no me gusta conocer gente nueva. 



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